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martes, 3 de julio de 2012

Te echo de menos.

Me jode que no estés a mi lado, que no pueda tener esa sonrisita con la que me despertaba todas las mañanas aquí. Me sigue jodiendo que ya no pueda recibir esos mensajes por la noche de “Buenos noches princesa” o despertarme con esos “Buenas buenos días princesa” O esos abrazos que me calmaban pero que a la vez les tenía miedo, mi cuerpo temblaba mientras bellas mariposas recorrían mi estómago. Esos besos que me relajaban y me hacían volar por lo más alto de los cielos, flotar por las nubes de algodón. Y es que tu sol me sedujo tu luz me dejó perpleja y caí, caí en la trampa de tu amor, y me arrastré a él, sin saber cómo ni por qué. Y es que eres la razón de mi locura, la razón de mi existencia. Tú, tan diferente surges y de repente la vida olvida a la muerte. Cada noche me dormía pensando en ti, con una sonrisa que iluminaba todo lo oscuro, cada vez que me besabas me dejabas sin aliento. Y quiero confesarte que mi vida eres tú, el ángel de mi guarda el que me entrega su luz. Respirando tu aire, soñando tus sueños, hoy quiero que sepas que tú estabas en ellos. Tus caricias me hacían flotar y elevarme, tu sonrisa me inquietaba, me mirabas y temblaba, sentía como un travieso escalofrío recorría mi cuerpo mientras mi mirada se perdía en el azul de tus ojos, como un mar interminable en el que escondían secretos, que sólo ellos sabían. Me ponía roja, pero intentaba disimularlo, y entonces llegabas y me susurrabas al oído para calmarme, pero tú no sabías que lo estabas empeorando aún más. Mis manos empezaban a congelarse, mientras tú me  cogías de la cintura con delicadeza y mi rostro se empezaba a palidecer.

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